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miércoles, 1 de junio de 2011

DIFERENCIAS EN LA MANERA DE COMUNICARNOS

Veremos la interacción en conversaciones de dos sujetos: Diana y Nathan.
Los malentendidos entre Diana y Nathan se inscriben dentro del marco de los típicos estilos conversacionales de hombres y mujeres. Estos estilos se van conformando desde las primeras palabras que aprenden los niños en sus juegos. La tendencia de Diana a iniciar sus propuestas con un "vamos" no es idiosincrática. Los investigadores que se dedican a estudiar los juegos de los niños descubrieron que las niñas de todas las edades hablan de esta manera.
La psicóloga Jacqueline Sachs y sus colegas, cuando estudiaron a niños en edad preescolar, entre dos y cinco años, descubrieron que las niñas solían proponer acciones comenzando con la palabra "vamos", mientras que los varones solían dar órdenes directas. Por ejemplo, mientras jugaban al doctor, decían cosas tales como: “Échate” o “Dame tu brazo”.
Cuando las niñas jugaban al doctor, en cambio, decían cosas tales como: "Vamos a sentarnos y a probar esta cosa."
Otras formas que utilizaban las niñas para proponer actividades eran "Podríamos" o “Quizás” para tratar de influir sobre el comportamiento de los demás, sin decirles directamente qué es lo que deben hacer. Al mismo tiempo, además, refuerzan la identidad de las niñas como miembros de una comunidad.
Los niños también pueden ser influenciados por los estilos de sus padres, así como los adultos reciben las influencias de lo que aprendieron cuando niños. La psicolingüista Jean Berko Gleason estudió el modo en que los padres se dirigen a sus hijos pequeños, y descubrió que los padres dan más órdenes que las madres a sus hijos. Además suelen darles más órdenes a los hijos varones que a las hijas mujeres. La sociolingüista Frances Smith advirtió un patrón similar en el habla pública, en los que las mujeres muy raramente utilizaban el imperativo.
Dados estos modelos, Nathan no está muy lejos de la verdad cuando escucha "Vamos" como el equivalente de una orden. Este es, en verdad, otro modo de obtener que los demás hagan lo que uno desea. También Diana tiene razón cuando le dice que no se debería sentir presionado. La diferencia radica en las estructuras sociales distintas de los niños y de las niñas, y de los hombres y las mujeres. En la estructura jerárquica de los niños y los hombres, el estatus se obtiene dando órdenes y no aceptando recibirlas. Por tanto, una vez que Nathan descifró que el "Vamos" de Diana es su manera de pedirle lo que ella desea que él haga, el próximo paso es resistirse a la orden. En cambio, las niñas y las mujeres pertenecen a una comunidad que teme al conflicto. Por eso, ellas formulan sus pedidos como propuestas y no como órdenes, de modo tal que los demás puedan expresar sus preferencias sin necesidad de entrar en una confrontación. Como no están acostumbradas a dar órdenes para tornar más sólida una posición dominante, las niñas no aprenden a oponerse por principio a los pedidos de los demás y tampoco suponen que los demás lo harán.
No es que las mujeres no deseen salirse con la suya; pero no quieren hacerlo pagando con el coste de un conflicto. La ironía que subyace en este tipo de interacciones, como la de Diana y Nathan, es que la diferencia entre los estilos es la que termina por condenar al fracaso los esfuerzos de ambos. Cada movimiento que hace una mujer para evitar la confrontación con un hombre en una conversación termina por provocarla. Así también, cuando los hombres perciben que alguien está procurando hacerles hacer algo sin decirlo directamente, se sienten manipulados y amenazados por un enemigo que es más temible porque no se presenta abiertamente.
Bibliografía: “Tú no me entiendes” De la Sociolingüista Americana Deborah Tannen. Capítulo 6 “Unidad o lucha. Un conflicto de estilos.” Apartado: “Volvamos a los niños.”

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